The Other Side ~ Libre.

Abrí los ojos, observando la copa de los árboles en donde debería poder ver un poco del cielo. Suspiré fuerte, un poco enojada ante aquello, como una niña cuando no consigue lo que quiere. Había recorrido más de la mitad de aquel enorme, vivo y precioso bosque, buscando un pequeño orificio en el techo de este, un techo verde creado por copas de árboles, pero nada. Seguía igual de como había comenzado, frustrada. Observé mi alrededor antes de pegar un salto y tomar una rama con una mano, colgándome de ella como si fuera un pequeño simio, divirtiéndose en su hábitat. Reí traviesa ante aquel pensamiento y de un movimiento me senté sobre esta, cómodamente, con las piernas cruzadas delicadamente y apoyando cada brazo al costado de mi cuerpo. Era una de esas típicas tardes en que no sabía que hacer, en que estaba aburrida. Peter, como solía hacer de vez en cuando, había desaparecido y, seguramente, no lo vería hasta entrando la noche. Cerré los ojos, recordando su rostro, su aroma, su sonrisa, una vez más. Sonreí al verlo tan claro en mi mente, tan perfecto como siempre. Él me había devuelto la vida que no tenía, la vida que quería. Mordí mi labio inferior y volví a abrir los ojos, buscando algo que hacer.

Habíamos cambiado de paisajes... pasar de la arena, las pirámides, al bosque verde, lleno de vida. Un cambio un tanto extremo, pero de esos cambios que a mi me gustaban. Me parecía aburrido andar de lugar en lugar, uno con el otro parecido, si nos movíamos que sea con estilo. Observé como una pequeña ardilla intentaba subir una copa de un árbol. Me concentré en los latidos del pequeño animal, algo que quizás habría despertad la sed en alguien, pero en mi caso, no. Me daba asco el solo pensar probar sangre de un animal, se me hacía imposible y aún no podía creer que los Cullen pudieran hacer lo mismo. Rodeé los ojos al ver como la cola de aquella ardilla desaparecía por un orificio de la copa de aquel árbol. Sonreí y empecé a tararear una canción, aquella tarde seria larga, muy larga.

Bajé de un salto, casi sin pensarlo y caí suavemente, con delicadeza, como cualquier acción de mi persona. Mi caminata se hizo lenta, vacilante, mis manos rosaban, acariciaban, los troncos de los árboles que iba dejando a mi paso. Tarareaba una canción, dejándome llevar por el aroma a naturaleza, por el aire fresco que chocaba con mi cuerpo. Me apoyé contra un árbol, como si estuviera drogada, como si ese árbol fuera una cama, y yo siendo humana, me recostaba allí para descansar. Rodeé los ojos y continué mi caminata, sin dejar de tararear en susurro la canción, sin dejar de parecer que estaba en otro mundo.

Katryna contempló silenciosa el semblante de su ama que le miraba detenidamente. Respiraba lentamente mientras ella canturreaba las estrofas de algún poema que Katryna no supo reconocer. Isabel extendió su pálida mano hasta el humano que yacía sentado a su lado, que estaba siendo manipulado por Katryna. Ella le alteró el pensamiento que decía a gritos que no quería ser devorado, a solo hacerle pensar que era un privilegio estar allí, que si quería ser mordido por Isabel. Su expresión era asustadiza, tiritaba muerto del miedo entonces Isabel le hizo correr. Ella amaba la cacería, y totalmente confiada del trabajo que hizo la pequeña Katryna no se preocupó que el chico huyese. Desde el salón se pudo escuchar la ejecución de aquel chico; pero todos parecían demasiado acostumbrados a aquello que no se inmutaron. Isabel volvió con expresión aburrida y se tiró al sillón. Hizo seña para que fuesen a conseguir mejor cosecha y todos los presentes en la habitación se retiraron.

Katryna observó todo a su alrededor y supo entonces que debía buscar algo más alrededor del mundo. Sonrío maliciosa y se dedicó a correr de un lado al otro, llegó hasta Rusia, cansada de no encontrar nada bueno para su ama, quiso algo más...Salvaje. Nunca se había subido a un avión, y ese día le provocó entrar veloz antes que despegaran y sentarse en el último asiento de este, cerró la ventana irritada por el sol que se colaba por ella y se cubrió con una mata que mandó a pedir, solo en caso que algún idiota abriese la ventana y el sol entrara así ella no brillaría.

El avión aterrizó, y tal y como entró a él salió. Veloz, antes de ser vista por quien fuera. La ciudad en si, era un asco para sus ojos. Muchos humanos sucios y apestosos a sudor caminaban grotescamente por la calle. Ella llevaba una sombrilla que evitaba que los rayos de la tarde le diesen en la piel, y caminaba con cara de desdén entre la pestilente multitud. No lo soportó mucho, y echó a correr de nuevo. Y se detuvo cuando estuvo en medio del bosque. ¿Qué carajos hacía ella ahí? Estudió los sonidos que la rodeaban, y con esfuerzo reconoció la naturaleza, aquellas plantas que solo estaban en la selva amazónica.

Un crujido a lo lejos, sus sentidos de cazadora se activaron. Se agazapó y saltó sobre aquel animal que casi la ataca, lo mandó a volar lejos. Se quedó tranquila al escuchar algo más, una voz...Una voz femenina que canturreaba. Hizo cara de asco y cuando giró el rostro, ella pasaba por el sendero de al lado. La visualizó a duras penas entre el montón de arbustos y árboles. Si la chica hubiese sido humana, ya la habría cazado para Isabel...

Por un instante pensé en Peter, lo extrañaba a pesar de que lo había visto hace un par de horas. No me gustaba tener esa sensación de que me faltaba algo si él no estaba a mi lado, era como depender mucho de su persona y no me gustaba depender de los demás de tal manera. Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir el aroma de otro vampiro. Giré mi cuerpo preparándolo para atacar si es que era necesario. A la distancia visualicé a una chica, de no más de dieciséis años, de cabellos castaños. La observé con determinación, buscando algún indicio de que quisiera luchar o simplemente pasar por allí sin siquiera cruzar palabra. Sonreí de forma traviesa, tenía ganas de un poco de diversión, pero no siempre un vampiro era una buena presa para aquello.

Tomé mi cabello y lo até en una coleta alta, giré mi cuerpo para volver a caminar. Poco me interesaba que estuviera esa vampireza cerca mío, si quería hablar pues.. se acercaría, de mi jamás podrías encontrar el primer paso en una relación, en una charla o lo que sea. Busqué con la mirada algo que me llamase la atención, quizás un animal, una flor, un arbusto, un color, algo, pero muy poco pude encontrar, simplemente porque muy poco lograba acaparar mi atención demasiados minutos seguidos. Lo único que lograba que mi atención estuviera más de varios minutos sobre algo era la presencia de Peter, y es que él era el centro de mi atención cuando estaba cerca, era como que solo existía él y él.

Podía sentir aún la presencia de la chica detrás mío, a un par de metros de distancia. Me ponía nerviosa, el saber que quizás me estaba observando, me hacía sentirme la presa de alguien y de nadie era presa. Volví a girar mi rostro para mirar directo a los ojos, que distinguí rojos, como los míos, a la chica de pelos castaños. - ¿Estás perdida o qué? - pregunté con un poco de malhumor. No me gustaba la soledad pero tampoco me gustaba la presencia de desconocidos cerca de mi persona. Sí, era histérica, y no quedaba otra, así era, así me aceptaban o así se jodían.

Me acerqué un poco, a paso humano, quizás demasiado lento. Y me dediqué a observar con mayor concentración a la niña delante de mi. Tenía muchas marcas, quizás de batallas, quizás era neófita, no sabía muy bien. Sus ojos eran de un color escarlata que llamaban la atención a lo lejos. Tenía cara de mala, y según mi instinto, no solo la tenía si no que lo era. Sonreí a medias, esperando su respuesta. Si en cinco minutos no me contestaba, me daría la vuelta y me iría, que se jodiera si estaba perdida, muy poco me importaba.

Katryna la observó examinando todos sus movimientos. En el aire podía percibir una ciertas partículas de pensamientos. Curioso, se quedó de pies con la cabeza ligeramente ladeada solo sintiendo el flujo de los pensamientos de aquella vampiresa. Ella amaba su don, era una especie de mezcla hechizante de un lector de mente y un manipulador. Podía percibir solo la cantidad de flojo, lo que l hacía adivinar si las personas eran astutas o solo les gustaba perder el tiempo. Probablemente aquella chica pensaba en algo, o en alguien porque su flujo era de un tamaño grato. Sin embargo solo eran esos, ondas de energía a las cuales ella echaba a adivinar.

No es asunto tuyo.
Fue una respuesta seca. Pudo pasarse por un robot, no era expresiva y no se inmutaba por nada. Su carácter era muy complicado, en especial con extraños. No sería la primera vez que se ganaba un insulto o una mirada de reproche. Ella solo actuaba con un fin con el cual pretendía hacer sonreír a su ama y señora, Isabel. Nadie lo entendía, ni pretendían hacerlo. Veían solo a una niña malcriada que estaba obsesionada con servir a una de las vampiresas más crueles del mundo. No estaba en su naturaleza ser gentil con cualquiera. Haber sido amable antes la había hecho sufrir lo que sufrió. Se relajo un poco, y trato de sonreír amable. Ella comenzó a acercarse, y Katryna solo se quedó quita en el mismo lugar Iba caminando lento, como si quisiera fingir que era una humana, se preguntó el por qué lo hacía si nadie las miraba. Porque sencillamente no actuaba como su naturaleza le pedía? Había vampiros que aún se aferraban a ala idea de ser huamanos, cuando saben mejor que nadie que nunca podrán ser de nuevo humanos, no entendía ese afán de ellos de querer volver al pasado y resistirse. ¿Por qué no dejarse llevar por las sensaciones que implica ser vampiro? Por algo existían ¿no? Los humanos se creían estar en la punta de la pirámide alimenticia cuando en realidad solo iban al fondo de ella. Le dieron ganas de preguntarle a ella si era como los demás, y qué le veían de divertido a negar su identidad.