If my heart was a house you'd be home ~ Peter.

Reí a carcajadas, corriendo en zig zag entre los árboles, sintiendo como Peter seguía mis pasos casi a la misma velocidad que la mía, a veces pasándome, otras quedándose atrás. Me detuve en un árbol grande, viejo y me escondí de él detrás de este. Sonreí traviesa asomándome por un lado y lo vi. Él estaba riendo, con esa sonrisa impregnada en sus labios, esa sonrisa que a mi me hacía sonreír aún más. Quiso atraparme pero no lo dejé, girando al rededor del árbol al mismo tiempo que él lo hacia y reí aún más empezando a correr de nuevo. Me gustaba jugar de esta manera con él, era una manera de que el tiempo pasara más rápido y más lento al mismo tiempo. Giré mi rostro para poder ver a cuanta distancia estaba de mi y me sorprendí al verme atrapada en sus brazos, en un abrazo fuerte, una jaula en donde estaba prisionera. Reí a carcajadas y mordí su cuello con fuerza, pero con un poco de delicadeza. Sabría que no le dolería, jamás lo hacía. - Detesto perder - mi voz sonó divertida.

Levanté mi rostro para buscar sus ojos, color escarlata y sonreí abrazándolo por la cintura. Siempre había sido más alto que mí pero a pesar de todos los años que habían transcurrido, aún no me acostumbraba. A veces me hacía detestar ser tan bajita, pero al mismo tiempo me gustaba, me sentía una niña protegida por un muchachote. Reí para mi misma y me puse en puntitas, para besar sus labios con dulzura. Él era la razón por la cual seguía viva, por la cual aún tenía ganas de vivir. Sonreí de lado - ¿Ahora que hacemos, señor? - pregunté con ganas de seguir riendo y divertirnos.

Estábamos en un bosque o una clase de bosque en Transilvania, nuestro hogar de paso por el momento. El paisaje era admirable, lleno de montañas, lleno de árboles, naturaleza pura. Tenía ganas de ir a jugar con la nieve pero para ello teníamos que subir a las montañas y aún no nos acercábamos lo suficiente a ellas para poder hacerlo. Además, no sabía si a Peter le gustaría la idea. Aunque sonaba divertido quizás no era la mejor idea, quizás, no lo sabía. No teníamos nada prohibido, además de salir a la luz del sol delante de humanos o todas esas reglas que los Vulturis imponían. Eramos libres, y me gustaba.

Levanté una ceja mientras él "pensaba", en silencio, sin moverme, aún en sus brazos. Llevé mis manos a su cuello y lo abracé por la nuca, mientras él, cada tanto, me miraba. Cuándo él hacía eso, yo le sonreía de forma traviesa, esperando que me dijera su brillante idea. Asentí suavemente con la cabeza y reí bajito. - Me encantaría - murmuré y bajé mis manos por sus brazos, tomando su mano derecha con la mía y empecé a caminar en la dirección que él antes estaba mirando, en velocidad humana por aquel "bosque". Para ser completamente sincera aquel lugar tenía un extraño matiz, era un poco macabro, algo de lo que no estaba costumbrada luego de pasar por lugares como la selva Amazónica o por Alaska.

El silencio se apoderó del momento, un silencio que no era incómodo, porque ninguno era incomodo cuando él estaba a mi lado. Más bien, luego de tanto tiempo juntos, muchas veces nos quedábamos sin temas para hablar, hacíamos todo juntos ¿Qué le iba a contar que ya no supiera? Busqué su mirada por un momento y sonreí al verlo de perfil. Era tan guapo, siempre lo había sido y aún no podía creer que lo amaba tanto. Había empezado por un "me gusta aquél chico pero sé que será imposible" a un "Estoy completamente enamorada". Un cambio drástico en mi vida, además de ser vampira, pero que me había dado una razón para existir, la cual antes no tenía.

- Más adelante me gustaría ir a Forks -comenté sin mirarlo, concentrándome en el paisaje que pasaba delante de nosotros. - Estaría bueno visitar a Jasper ¿no te parece? -murmuré, pero sabía que me escucharía. Además quería ver como estaba el mounstruito de los Cullen, me habría la curiosidad de una manera increíble saber que había pasado con la hija de Bella y Edward, todo un misterio para mi. Luego de haberlos ayudado delante de los Vulturis nunca había vuelto a verlos, a ningún integrante de aquel clan. Y es que su dieta aún me parecía asquerosa y su forma de vivir, entre los humanos me parecía un tanto estúpida pero al mismo tiempo, no lo debía negar, me llenaba de admiración.

Su silencio me dio a entender que no le había desagradado la idea y que lo estaba considerando seriamente. Me llenaba de gracia poder entenderlo hasta tal punto de saber que un silencio cedía a lo que decía o lo negaba. Caminamos lentos, tomados de la mano, en silencio, lo que en cualquier otra pareja podría denotar un poco de desagrado, luego de una pelea, pero que en la nuestra más bien era una manera de estar bien. Abrí los ojos sorprendida al ver aquel paisaje. La naturaleza muerta me provocaba un poco de mal estar y tenía muchas razones para hacerlo. Detestaba casi todo lo que estaba muerto, simplemente por el echo de que yo también lo estaba. Vivir muerta era básicamente una desgracia, pero agradecía poder vivir esta experiencia con Peter, él hacía que sintiera que estaba viva, que mi corazón por él latía, aunque no era cierto. Giré mi rostro a penas para poder mirar su expresión y sonreí al ver que me miraba. Me tomó entre sus brazos, abrazándome por la cintura, tan rápido que me hizo reír. Mi mente se desconectó por completo del paisaje, de la sensación y de todos aquellos pensamientos para concentrarme en los labios de Peter. Amaba besarlo, abrazarlo, tenerlo junto a mi. Lo abracé por el cuello, siguiéndole el beso con pasión, un beso encendido, encendido de amor.

El beso fue interrumpido por un olor puro, un olor que me hizo arder la garganta y supe que a Peter también. Sonreí de lado, traviesa, viendo como sus ojos se tornaban a un negro oscuro, sabiendo que los míos seguramente también estaban de ese color en ese preciso instante. Lo tomé del rostro y volví a besarlo, con insistencia, quería ir a por ese humano pero más quería besar sus labios.

Sinceramente cada vez que lo besaba me olvidaba de que alrededor nuestro había un mundo entero, del cual debíamos estar pendientes. Levanté una ceja cuando digo aquello, y miré por doquiera, buscando algún aroma o algún indicio. Algo lo había puesto incómodo y no sabía reconocer que. Le seguí el paso, tomada de su mano, pero prestando más atención en los alrededores. Asentí suavemente con la cabeza ante sus palabras. - Extraño- murmuré y lo miré. - Tú elegiste el lugar ¿Ves que no hay que confiar en tus instintos? -bromeé y reí a continuación- Vamos, siempre buscamos a lugares bonitos, no me gusta esto -me encogí de hombros y estaba por besar sus labios nuevamente justo cuando un ruido me des concentró. Giré mi cuerpo, preparada para atacar si era ese el fin y gruñí, mostrando mis colmillos, como una pequeña gata a punto de pelear contra una amenaza. Un corazón latía unos árboles no muy lejos de nosotros y me tranquilicé al ver que era una pequeña ardilla.

-Estúpido animal- murmuré acomodando mi ropa y volviendo la vista a Peter. - Lo siento- reí divertida y miré el suelo por unos momentos para luego volver la vista a él. Nunca me avergonzaba demasiado con mis actos delante de él, ya que era una de las personas que más me conocía, pero en esta ocasión parecía paranoica.